Dado que éste es un problema muy frecuente, los dentista especialmente, podemos desarrollar una labor fundamental en el diagnóstico y en el filtro de los pacientes más graves. La gravedad del SAOS depende del número de apneas por hora. Si son más de 30, es aconsejable derivar al paciente a una unidad del sueño, pero en casos más leves podemos tratarlos en nuestra consulta.
Un 40% de la población ronca. Entre los menores de 30 años un 10% de hombres y un 5% de mujeres lo hacen; y entre los mayores de 60 años un 60% de hombres y un 40% de mujeres. Además un 4% padece apnea obstructiva.
Cuando nos relajamos y nos dormimos la lengua cae hacia la parte posterior de la garganta y bloquea la faringe. Si la parte posterior de la lengua entra en contacto con el paladar blando y la campanilla es en ese momento cuando se produce el ronquido.
La persona que protagoniza los ronquidos no descansa adecuadamente (lo que puede provocar signos tales como la fatiga y la pérdida de concentración) y además tampoco permite que lo haga la que duerme a su lado. Esto puede causar desavenencias en la pareja debido al cansancio y la irritabilidad asociados a la falta de descanso.
Es obvio que para ello necesitamos hacer un diagnóstico lo más exacto posible. La mayor parte de los casos los podremos resolver en nuestra consulta dental con un dispositivo de avance mandibular. Es un aparato que se coloca entre los dientes que hace que la mandíbula se adelante con respecto al maxilar superior, haciendo que la vía respiratoria superior quede más abierta y el aire pueda pasar sin dificultad. Estas férulas modernas son muy finas con lo cual se toleran muy bien y además se puede regular el grado de avance en función de las necesidades.
Este tratamiento suele tener muy buenos resultados para los roncadores y para los SAOS leves. En casos más graves hay que recurrir a la cirugía de avance mandibular o a la plastia de úvula y paladar blando.