Esta enfermedad es un problema muy frecuente, pues puede en mayor o menor medida afectar a una de cada diez personas en algún momento de su vida. Es un trastorno muy complejo que tiene múltiples causas y formas de manifestarse, pero básicamente se presenta como un dolor en la zona de la articulación, es decir el punto donde como una bisagra, la mandíbula realiza su movimiento de apertura y cierre y que se localiza justo delante del conducto auditivo (por ello muchas veces parece un dolor de oído).

 

disfuncion maxivascular

Se produce por una inflamación crónica de la articulación debida a una sobrecarga de ésta y se manifiesta típicamente como un dolor que aumenta con la masticación y que limita la apertura de la boca.

Muchas veces se acompaña de ruidos 'chasquidos' articulares durante la apertura o cierre bucal, que se deben a que el menisco articular se encuentra desplazado de su posición normal y tropieza durante estos movimientos. El dolor también puede deberse a un aumento sostenido de la tensión en los músculos que mueven la mandíbula y entonces se manifiesta generalmente como dolor en las sienes, detrás de los pómulos o en el ángulo mandibular.

Las causas que con mayor frecuencia favorecen la aparición de esta enfermedad son: un excesivo apretamiento o rechinado de los dientes (especialmente, de forma inconsciente durante el sueño, el llamado bruxismo), la ausencia de piezas dentarias o el desgaste o desajuste de prótesis dentales, el apiñamiento y mal posiciones dentarias así como deformidades mandibulares que producen un mal engranaje de los dientes, traumatismos mandibulares.

La evolución es variable. Muchos pacientes acuden por presentar dolor intenso tras realizar un esfuerzo con la mandíbula (masticar alimento duro, bostezo, estar mucho tiempo con la boca abierta en el dentista, etc...) o de aparición espontánea y éste persiste durante días para ir disminuyendo y desaparecer en un plazo de dos a seis semanas aproximadamente. Pero en una mayoría de casos el dolor se presenta de forma más progresiva, con una duración mayor en el tiempo y con períodos de mejoría y recaída a lo largo de los meses. Solo en una minoría de casos la evolución es claramente progresiva hacia un empeoramiento del dolor y el movimiento mandibular.

El tratamiento se realiza en función de las posibles causas, sobre todo si éstas se pueden corregir, y según el grado de alteración se utilizan: medicamentos (como antiinflamatorios, relajantes musculares, analgésicos) férulas dentales, técnicas quirúrgicas como el lavado articular, infiltraciones musculares, artroscopia, llegando a la cirugía abierta de la articulación en los casos más graves.

A pesar de los avances en el tratamiento de esta enfermedad, es muy importante seguir desde el principio una serie de consejos, algunos de los cuales son obvios pero no por ello deben pasarse por alto, pues las personas tendemos a exigir a los médicos que nos curen un problema que en gran medida puede estar en nuestra mano solucionar:

  • Evitar alimentos duros y que necesiten un largo periodo de masticación, especialmente aquellos que requieran abrir mucho la boca y en ese momento hacer el esfuerzo de masticación como al comer manzanas a mordiscos o bocadillos. Es preferible tomar alimentos blandos y partidos en pedazos pequeños.
  • Evitar un uso indebido y excesivo de la mandíbula como comer chicle, pipas, etc. hablar o reírse abriendo mucho la boca.
  • Evitar abrir en exceso la mandíbula, por ejemplo al bostezar es aconsejable poner el puño bajo el mentón para limitar la apertura, y no mantenerla durante mucho tiempo abierta, por ejemplo al ir al dentista hacerlo en sesiones cortas.
  • Evitar posturas que tuerzan la mandíbula (sujetar el teléfono con el hombro, dormir boca abajo o de lado apoyando la mandíbula sobre un brazo, etc.).
  • Evitar mantener los dientes apretados o rechinarlos.
  • Evitar en lo posible el stress o buscar algún tipo de ayuda para disminuirlo (relajación, terapia psicológica, farmacológica, etc.) pues está demostrado que éste produce un aumento de la tensión muscular que a largo plazo puede dañar tanto músculos como articulaciones, predispone al apretamiento inconsciente nocturno (bruxismo), y hace que cualquier dolor sea menos tolerable.
  • Realizar con frecuencia masajes sobre la articulación o la zonas doloridas mediante presión directa con los dedos o haciendo círculos.
  • Aplicar calor local sobre las zonas doloridas con un paño caliente o una manta eléctrica durante unos quince minutos una o dos veces al día, especialmente en épocas de frío.
  • Consultar a su dentista para mejorar en lo posible el engranaje de sus dientes (sustituyendo mediante prótesis los dientes perdidos y arreglando los deteriorados, reajustando las prótesis dentales existentes o si esto no es posible, renovándolas, valorando el realizar tratamientos de ortodoncia para corregir mal posiciones dentarias, etc.) para que la masticación se haga correctamente en los molares por ambos lados.
  • Aquellos pacientes que notan claramente que aprietan su mandíbula durante el sueño o bien que rechinan es recomendable que acudan a su dentista para que les confeccione una férula. Esta es una especie de funda de protección de los dientes hecha a medida y ajustada meticulosamente que se coloca en una de las arcadas dentarias durante la noche para evitar el frotamiento entre dientes del rechinado, o disminuir la presión del apretamiento inconsciente. Dado que éste tratamiento es muy eficaz para disminuir el dolor articular y/o muscular y no tiene contraindicaciones, lo recomendamos casi por norma en aquellos pacientes con dolor crónico.
  • Durante los períodos en que el dolor se hace más intenso es conveniente tomar los alimentos más blandos posibles (purés), limitar al máximo los movimientos mandibulares y acudir a su médico para que le prescriba el tratamiento oportuno (consistente generalmente en una combinación de analgésico, antiinflamatorio y relajante muscular).